Existen tres componentes para el diagnóstico de un trastorno alérgico mediado por inmunoglobulina E (IgE). Estos son la identificación del posible alérgeno culpable, generalmente a través de una historia clínica cuidadosa. Por otra parte, se puede lograr la demostración de IgE específica de los alérgenos mediante pruebas cutáneas o in vitro. Finalmente, la determinación de que la exposición al alérgeno da como resultado síntomas, ya sea por historial o por un procedimiento de provocación.